"Enseñar,
explicar a quién quiere escuchar y aprender es una de las experiencias más
gratificantes....., y todo ocurre
mientras el señor del paraguas celeste se mueve por la camiseta negra del
profesor, como transeúnte de paso que anda perdido en sus pensamientos.
El reloj se
acerca ya a las 6,30 de la tarde. Aún no es de noche, pero, aún así, es fácil mostrar la luna a quienes
miran entusiasmados desde aquel otro lado del pupitre.
¿Cómo explicar,
desde una mesa rodeada de colores, que la magia está en cada uno de nosotros...
cada vez que ponemos en marcha nuestra imaginación?... y el maestro lo explica
mientras otros se preguntan … ¿Qué se siente... rodeado de tantas manos
cogiditas a palillos que son pinceles, a pinceles que son palillos... Qué se
siente ante tantos ojillos que siguen esos trazos de tus manos?
Se siente,
contesta el maestro, que todo ha merecido la pena.
Parecen
postres, pero no lo son, son platos, y en cada uno un color básico, y frente a
ellos, unas primeras manos de seda y de mago, y.... justo al lado.... lo mejor
de todo: las manos de todos los niños del mundo... caminando a tu paso maestro
y artesano.
Paso a paso,
punto a punto, van naciendo corazones de colores, y flores, muchas flores, y
nombres, y lunas y soles,... así de sencillo es crear entre todos un mundo
inmenso.
Así de
sencillo es decir que con la letra D : Decido
el camino.
Así de fácil
es contar que con la letra I : Improviso con mis amigos.
Así de especial
es saber que la letra A es : Alegría para nunca dejar de ser niño.
Unos platos,
unos colores, manos de niños-manos de ángeles, cuanto talento,
cuanto interés
por aprender jugando a crear algo tan serio como es hacer de un espacio
pequeño.... un universo.
Manos de
maestro, manos que hablan mostrando su ingenio.
17 obras
maestras a tamaño pequeño,
acompañan las
obras de Carlos el Extremeño,
en ese juego
eterno de quien aprende y enseña al mismo tiempo.
Y al final...
lo mejor,
la
satisfacción,
la sonrisa
ancha
de Carlos,
mi amigo.
De ese niño
infatigable
incapaz de
cambiar..
con el paso
del tiempo.
Francisco
Jesús Galindo Sánchez
gracias por tus palabras, un abrazo
Carlos